MICHAEL JACKSON en la Tierra del Nunca Jamás

Ayer fueron los funerales de Michael. Ahora, por fin, se encuentra en "Neverland".

 

Su vida nos mueve a reflexionar sobre el vivir la infancia. Es público que Michael no la tuvo, y podemos ver sus esfuerzos por recobrarla. Pero el niño herido, el niño interno que todos llevamos, no halla la paz porque nos compremos juguetes cuando ya no es edad de tenerlos. Halla la paz cuando asumimos el dolor que sufrimos, cuando valoramos lo vivido como parte de lo que somos hoy. Cuando nos aceptamos tal y como somos.

 

Veía una entrevista que le hicieron a Jacko hace algunos años atrás. El entrevistador le hacía ver que no sólo había cambiado su piel, sino que su rostro lo había cambiado, como si quisiese borrar sus facciones de hombre negro. El le respondía que no era cierto, que solo se había hecho una modificación con cirugía plástica, "quizás dos..." añadía. Yo no creo que quisiera engañarnos, me parecía, más bien, que se engañaba a sí mismo. Ls verdad suele ser dolorosa.

 

Amaba tanto a los niños. En esa misma entrevista Michael llamaba la atención acerca de la pérdida de los vínculos entre padres e hijos. De la importancia del abrazo, de la caricia, de arroparlos, de leerles cuentos. Yo no sé si abuso de algún niño (tras su muerte uno de los que lo denunció se retractó, señalando que su padre lo obligó para sacarle dinero), lo que sí estoy convencido es que en cada niño se veía a si mismo, en lo que tuvo y en lo que le faltó. En cada niño creía ver una esperanza de redención para su propio niño, para el pequeño Michael.

 

He creído ver una alegoría de su vida a través de Willy Wonka en la versión de Tim Burton  de "Charlie y la Fábrica de Chocolates". Pero eso será motivo de otro post.

 

Michael, diviértete en Neverland!